“Besos
en silencio”
La
ventana no estaba cerrada aquella noche. No me acuerdo por qué, pero
no lo estaba.
Solo
estuve fuera veintidós minutos. Cada vez que recuerdo esa oscuridad
sofocante en la que te dejé ir, oigo tu vocecita pidiéndome que
cierre el armario.
Fui a buscarte creyendo que te escondías en alguna parte aguantando
la risa para darme un susto de muerte. Fue al ver tu peluche en el
suelo cuando sentí esa sensación de malestar, la que se siente
cuando la realidad de un secuestro es demasiado horrible para ser
real.
Sigo
repitiéndome que estás en algún sitio, pero no quiero imaginar el
horrible daño que te haya podido causar esta mamá idiota.
Y tus
muñecas tienen hambre, Sofía. Intento cuidarlas como tú lo hacías
pero me aterra no hacerlo bien.
Ahora
me acuerdo de la maldita ventana. Hacía calor, mi amor. Demasiado
calor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario