Seguimos con nuestra sección de Huellas del pasado de la mano de Don Javier Murcia. Esta semana nos centramos en dos palabras muy sonoras y con un origen muy distinto al que suponemos por su significado actual. Asomaos lujuriosa y egregiamente a estos nuevos acantilados...
Fragmento de "El jardín de las delicias" |
Los
romanos eran un pueblo sencillo, práctico y realista; muchas de sus palabras
con un significado moral proceden de la vida rural, de palabras usadas por el
campesino para designar cosas muy concretas del campo. He aquí dos ejemplos de
ello:
LUJO
/ LUJURIA.
“Lujo”,
es decir “la abundancia de cosas no necesarias”, procede del latín luxus, en su origen con esta palabra se
denominaba la vegetación que crece espontánea y extravagante y, por tanto, era
indeseable para los cultivos. Sobre luxus
crearon luxuria que, en
principio, significaba “exuberancia” “exceso” y de ahí pasó a tener el sentido
de “vida voluptuosa”. Aunque en nuestro idioma “lujuria” ha sufrido un pequeño
cambio semántico, todavía podemos ver en el adjetivo “lujuriante” el valor
primitivo: “muy lozano y que tiene excesiva abundancia”.
EGREGIO
Esta
palabra es otro buen ejemplo; procede del latín egregius y llegó a tener el sentido de “glorioso” o “eminente”
aunque en un principio significaba simplemente “separado del rebaño”, pues está
formado etimológicamente por la palabra latina grex, gregis “rebaño” y el prefijo e- que indica separación.
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