El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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viernes, 7 de abril de 2017

Huellas del pasado

Con la palabra que os traemos esta semana volvemos a hacer hincapié en lo azarosa y caprichosa que es la etimología. Las palabras, como aves migratorias, pasan por lugares, lenguas y avatares diversos hasta llegar a su definitivo enclave. El ejemplo de esta semana ilustra bien lo que decimos. Asomaos al acantilado, pero sed puntuales...

RELOJ:
Según Corominas, esta palabra entró al español hacia el 1400 procedente del catalán antiguo relotge que a su vez tuvo otra forma más primitiva orollotge. Esta última se acerca más a la etimología de la palabra que es el latín horologium que procedía en última instancia del griego ὡρολόγιον que significaba “reloj de sol”: estaba formada por composición (a la que tanto tendía la lengua griega) de ὥρα “hora” y λέγω “contar”. Los griegos fueron grandes aficionados a los relojes de sol y luego los romanos siguieron esta costumbre; de todas formas su exactitud era muy discutible como podemos concluir por la frase de Séneca: “es más fácil poner de acuerdo a los filósofos que a los relojes”.

En español se adaptó la palabra del catalán como *reloje cuyo plural es “relojes”; precisamente de aquí, del plural, se sacó el singular por analogía: “reloj”.

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